lunes, 30 de junio de 2008

Reseña de la tentacion del fracaso por Ribeyro


La tentación del fracaso (1992-1995), el diario personal de Julio Ramón Ribeyro, apareció inicialmente en tres volúmenes, los cuales fueron editados por Jaime Campodónico Editor. Luego se publicó en un solo tomo, en esta ocasión a cargo de Seix Barral. Comprende de 1950 a 1978.
Escrito sin la intención de ser publicado, Ribeyro decidió sacarlo a luz luego de una conversación en su departamento de París con Guillermo Niño de Guzmán, narrador y coeditor con Jaime Campodónico de la colección El Sol Blanco, de Lima. «Confío en que mis editores irán publicando los otros volúmenes, que en su momento llegaran a ser unos 15; y si vivo un poco más, pueden ser unos 20», declaró el autor en la presentación del primer volumen, julio de 1992.
Ribeyro comentó, además, que no le gustaría que una viuda literaria se encargara de editar el resto del diario. Por eso, cuidó la edición de los dos primeros volúmenes, que ofrecen decenas de fotografías de su archivo personal. El tercer tomo, que contaba con la autorización del autor, apareció póstumamente en 1996.
Por desgracia, los primeros cuadernos, los que comprenden la segunda mitad de la década de 1940, y algunas hojas sueltas de años posteriores, se perdieron en los diversos viajes del escritor. En una de mis visitas a su departamento de Barranco, observé al narrador editar los textos de su diario personal. «No quiero enemistarme con algunos parientes o amigos», me confesó.
Hoy Alida Cordero, viuda de Ribeyro, conserva el diario completo, con sus cientos de páginas inéditas. Nos preguntamos si se animará a completar finalmente la publicación de La tentación del fracaso, pues la portada de Seix Barral no consigna nada al respecto. Ojalá la estupenda recepción en España la aliente a sacar a luz el resto de la obra.
«El diario íntimo es un género ausente del marco literario peruano e hispanoamericano», anotaba Ribeyro en un artículo de 1974. En dicho texto —titulado «Dos diaristas peruanos», incluido en el libro La caza sutil (1976)— señala Ribeyro como primeros autores de diarios en el Perú a José García Calderón y a Alberto Jochamowitz, la importancia que otorga a estos textos no es por su valor literario sino porque fueron los primeros que se escribieron en el Perú.
El interés de Ribeyro por los diarios íntimos —además del artículo mencionado existe otro: «En torno a los diarios íntimos» (1953) y que también integra La caza sutil— se encuentra también en su obra cuentística: en el relato «Página de un diario» (escrito en Lima, 1952), se refiere —implícitamente— al velatorio de su padre y en el cuento «Demetrio» (escrito en París, 1953) de corte fantástico, nos presenta la historia de un sujeto que había dejado escrito en su diario íntimo los hechos que realizaría, hechos que —luego de muerto— cumple.
¿Qué encontramos en el diario íntimo de Julio Ramón Ribeyro? Testimonio y reflexiones acerca de la vida, el amor, la literatura, de un excelente narrador.
La primera sección se divide según las ciudades donde el autor se alojó o residió: Lima, París, Madrid, Múnich, Amberes, Berlín, Hamburgo, Fráncfort, Huamanga. Desde 1960 se distribuye por años.
El libro se abre cuando Ribeyro era estudiante de Derecho en la Universidad Católica. Entonces fue arrastrado por la bohemia, frecuentaba bares y prostíbulos. Pese a obtener brillantes calificaciones prefería leer y escribir literatura (lo mismo sentirían Mario Vargas Llosa y Alfredo Bryce), prefería compartir la bohemia con los amantes de las letras (anécdotas trasladadas a su segunda novela: Los geniecillos dominicales, 1965). «¿Cuándo me corregiré? —anota Ribeyro el 23 de julio de 1952—. Ayer no vine a dormir a mi casa. Pasé toda la noche con Paco Bendezú y Tulio Carrasco. Estuvimos en el Negro Negro, luego recorriendo los bulines. Terminamos tomando desayuno en La Parada y alquilando un cuarto de hotel en el Mercado Mayorista para dormir la borrachera».
Cuando viaja a Europa su situación cambia radicalmente. Como le ocurre a la mayoría de nuestros jóvenes que estudian en el extranjero, al acabarse las becas, deben buscar cualquier tipo de trabajo para sobrevivir. En París, su condición social descendió: pasó de ser un miembro de clase media limeña a un proletario inmigrante. En la Ciudad Luz conoció —como Vallejo— la soledad, el desamparo y la miseria, Ribeyro tuvo que ser conserje de hotel (1953), cargador de bultos en una estación de tren y recogedor de periódicos viejos (ambos oficios en 1956). «Haber estudiado —escribe Ribeyro el 7 de octubre de 1956— doce años de colegio, siete de universidad en Lima, uno en la Sorbona, uno en Múnich, 21 años de lecturas para terminar haciendo el trabajo de un cargador analfabeto».
El diario nos informa también en qué circunstancias fueron compuestas sus primeras obras. Pese a innumerables adversidades, Ribeyro escribía con ardor, justificando su existencia, su presencia en Europa. Cuando componía Los gallinazos sin plumas (1955), su primer libro de cuentos, escribe el 2 de diciembre de 1954: «Emocional y racionalmente me aproximo cada vez más al marxismo». Esta pista nos lleva a entender su elección —de sus primeros relatos— por «las clases económicamente débiles», por «ambientes deliberadamente sórdidos» de Lima.
Crónica de San Gabriel (1960), su primera novela, en cambio, fue motivada por una opinión de su amigo, el poeta y crítico Alberto Escobar, quien le dijo que tenía más aptitudes para la crítica que para la creación. Herido profundamente, Ribeyro escribió este libro con gran pasión, encerrado días enteros, con una temperatura que alcanzaba 31 grados bajo cero. Mientras redactaba esta obra, reflexiona sobre ella el 12 de febrero de 1956: «¿Es una novela de aventuras?, ¿de costumbres?, ¿de caracteres?, ¿de amor? No es nada de eso y es todo a la vez».
Exhibe su dificultad para concretar ciertos proyectos: «Tentativas vanas hoy por reanudar mi autobiografía. Escribí cuatro páginas, pero luego noté que eran inútiles, carecían de todo interés, banalidades. No veo la razón de continuar este libro», dice el 28 de mayo de 1977. «Escritor discreto, tímido, laborioso, honesto, ejemplar, marginal, intimista, pulcro, lúcido: he allí algunos calificativos que me ha dado la crítica. Nadie nunca me ha llamado gran escritor. Porque seguramente no soy un gran escritor», escribe con ironía el 14 de noviembre de 1976.
Reflexionando sobre la escasa acogida de su obra en Europa, dice que a esta le faltó el exotismo que llama la atención de los occidentales: regiones tropicales, aventuras en la selva, desastres naturales, etcétera. Es una literatura distinta a la del mexicano Juan Rulfo y a la del colombiano Gabriel García Márquez. «Mi temperamento antiépico me impide la descripción de los grandes acontecimientos históricos y sociales o la presentación de personajes colectivos (comarca, pueblo, país)», dice Ribeyro el 13 de enero de 1976.
Algunos de los hechos que le ocurren a Ribeyro —descubrimos— serían plasmados en sus cuentos, claro que con toques de ficción: como el protagonista de «Al pie del acantilado» era echado de un lugar a otro por no pagar el alquiler; como el protagonista de «La estación del diablo amarillo» trabajó en una estación de tren de París como cargador de bultos; como Mario —protagonista de «Ausente por tiempo indefinido»— huye a Chosica para terminar de escribir su novela deseada.
Siempre se reprochó a Ribeyro su reserva natural, el ser huidizo a las entrevistas. Sin embargo, en este diario, encontramos a un autor impúdico que incluso nos confiesa sus grandes amores. Una joven peruana, Ribeyro solo revela su inicial: C. [su nombre real es Caty Herrera], le lleva a los extremos del amor: celos enfermizos y placer pleno. Mimí, una belga diez años menor que él y a quien dedicó su primera novela, Crónica de San Gabriel, le motiva a escribir el 30 de noviembre de 1960: «Venga lo que venga, después de esta experiencia, no podré renegar de la vida». Pero su relación amorosa con ella se frustra; en consecuencia, continúa su vida desordenada, bohemia y despilfarradora: «borracheras ya costadas con mujeres extrañas», anota el 14 de julio de 1961.
Su matrimonio en 1966 con Alida Cordero lo vuelve más doméstico, sedentario y hogareño. El nacimiento de su único hijo, Julio Ramón (llamado en el libro Julito), le permite aproximarse al universo infantil, hecho que expresaría con mayor nitidez en Prosas apátridas (1975, 1978 y 1986), conjunto de textos reflexivos. Parece que por pudor Ribeyro ha omitido señalar mucho acerca de su relación con su esposa. No está claro, por ejemplo, por qué Alida se separa constantemente de él, viaja al Perú, a España, a Italia y a Egipto (al respecto hay que hacer una salvedad: Alida, peruana que estudió Psicología en la Sorbona, se dedica a vender cuadros). Se ignora, asimismo, en qué circunstancias se conocieron y no registra muestra alguna de sufrimiento por ella, como sí lo exhibe por C. o por Mimí.
Sin embargo de este recato, revela que consumió marihuana en algunas oportunidades y expone su machismo: «He tenido amigas solo de ocasión, salvo dos o tres, también ausentes. La verdad es que la frecuentación de los hombres ha sido para mí siempre más interesante que la de las mujeres, a las que la mayor parte de las veces las he utilizado, reaccionaria y machísimamente, como fuente de placer».
Después de intentar infructuosamente ser profesor en San Marcos y gracias a una beca, concedida por el gobierno francés, Ribeyro vuelve a París en 1960, tras una estadía de dos años en Lima. Por mediación de los narradores y compatriotas de él Luis Loayza y Vargas Llosa, en 1961, se incorpora al equipo de redactores de la agencia de noticias France-Presse (AFP). Trabajo fatigante, diario, pero decorosamente pagado y que es descrito en el cuento «Las cosas andan mal, Carmelo Rosa» (escrito en París, en 1971). Al recordar, el 19 de marzo de 1973, su trabajo en AFP, dice: «Fue un tiempo de deterioro, subterráneo pero eficaz, que años más tarde me llevaría al hospital».
Los diez años que pasó en la AFP son quizá el periodo más importante: en 1964 publica los libros de cuentos Las botellas y los hombres y Tres historias sublevantes; en 1965 aparece Los geniecillos dominicales después de merecer el Premio Nacional de Novela; en 1966 se casa con la joven peruana Alida Cordero (formalizando una relación iniciada en 1962) y nace su único hijo Julio Ramón, escribe la novela Cambio de guardia (iniciada en 1964, solo será publicada en 1976) y una gran cantidad de cuentos, dramas y textos que formarían Prosas apátridas. Su producción es prolija, tal vez para contrarrestar su trabajo mecánico de periodista.
En 1972, luego de ser nombrado agregado cultural, es designado delegado adjunto ante la Unesco. Sin embargo de esta comodidad económica, en 1973, vive los momentos más críticos de su vida: fue dos veces operado por una úlcera al estómago, producto de su consumo industrial del tabaco.
Este episodio es recordado en el cuento «Solo para fumadores» (publicado en 1987): «Me desperté siete horas más tarde cortado como una res y cosido como una muñeca de trapo. Tubos, sondas y agujas me salían por todos los orificios del cuerpo. Me habían sacado parte del duodeno, casi todo el estómago y buena parte del esófago». En su diario, Ribeyro llama al cáncer «cangrejo». El 22 de mayo de 1975 anota: «El ‘cangrejo’ últimamente se ha avivado y desde hace algunos días da verdaderos saltos de pantera. Noches insoportables y en las mañanas esfuerzos inhumanos para levantarme. Y a pesar de ello persisto en no ver a mi médico». Ribeyro repetía que le resultaba imposible escribir si no fumaba. De manera que murió en su ley en 1994: escribiendo y con tabaco.
Más optimista, en Dichos de Luder, escribe: «La única manera de vivir muchos años es estando siempre un poco enfermo. La muerte es un usurero que prefiere cargar primero con la buena moneda» (texto 79).
Por otro lado, son lamentables las largas interrupciones del diario y la brevedad de algunos años, sobre todo de 1971. Las referencias a los acontecimientos históricos son muy breves. No profundiza, para citar casos, sobre la Revolución cubana (iniciada en 1959), la Guerra de Vietnam (1958-1975), la rebelión estudiantil de mayo de 1968, la derrota de la guerrilla de 1965 o los golpes de Estado de Juan Velasco Alvarado en el Perú (1968) y de Augusto Pinochet en Chile (1973).
Luego de vacacionar en una playa italiana, apunta el 8 de agosto de 1974: «Pasé las notas tomadas en Porto Ercole. Me examiné. Tomé conciencia de cómo me voy alejando de la comunidad, de la actualidad, para confinarme cada vez más, al menos en estas páginas, al inventario de mi propio transcurrir, sus vaivenes, albores y desastres. En el Perú, en el mundo suceden cosas de las cuales tomo normalmente nota, pero sin ánimo de convertir aquello en un tema de meditación o en un motivo de acción». En esta etapa, sus viajes se vuelven esporádicos: de vez en cuando se traslada a las playas italianas de Capri y a las españolas de Carboneras; regresa al Perú para promocionar, aunque tímidamente, sus libros y visitar tanto a sus familiares como a sus amigos.
El 9 de diciembre de 1975, meses después de la caída del régimen del general Juan Velasco Alvarado, el cuentista dice que debió haber renunciado a su cargo de diplomático en la Unesco. Esa función, según declara dos años después, le recorta la libertad de opinión. «Si quiero dejar el puesto es para recobrar la libertad de decir y escribir lo que quiera», anota el 21 de abril de 1977. No obstante, ese puesto le ofrece la posibilidad de comprar libros, ir de vacaciones y mantener con decoro a su familia. Realidad de un intelectual en un país subdesarrollado.
Su amistad con Mario Vargas Llosa es inestable: Después de pasar del elogio más entusiasta de La ciudad y los perros (1963), cuando Vargas Llosa fue a almorzar a su departamento en 1971, anota: «En Vargas Llosa hay una afabilidad, una cordialidad fría, que establece de inmediato (siempre ha sido así, me doy cuenta cada vez más) una distancia entre él y sus interlocutores. Noté esta vez, además, una tendencia a imponer su voz, a escuchar menos que antes y a interrumpir fácilmente el desarrollo de una conversación que podría ir lejos. [...] Vargas Llosa da la impresión de no dudar de sus opiniones. Todo lo que dice para él es evidente. Él posee o cree poseer la verdad».
Alfredo Bryce Echenique, es citado como el anterior frecuentemente. A veces con el autor de Un mundo para Julius (1970) se emborracha ferozmente. Acerca de un almuerzo con él y con Vargas Llosa escribió el 24 de octubre de 1978: «Reunión amena, cordial, prueba de que aparte de algunas discrepancias políticas no existen entre Mario, Alfredo y yo rencillas, envidias ni contenciosos que puedan mellar nuestra vieja amistad».
Del poeta Pablo Guevara dice: «Nuestro pequeño genio domiciliario», del historiador Pablo Macera revela su racismo, del novelista Manuel Scorza señala su apetito de fama y celebridad, del cuentista Luis Loayza apunta que tenía con él conversaciones interminables, del político Víctor Raúl Haya de la Torre escribe el 16 de noviembre de 1956: «Cierta presunción aristocrática y un racismo subconsciente. En general, parece políticamente liquidado».
En otro momento, confiesa sus experiencias con la marihuana. El 21 de agosto de 1974, expone su reprobable machismo: «La frecuentación de los hombres ha sido para mí siempre más interesante que la de las mujeres, a las que la mayor parte de las veces he utilizado, reaccionaria y machísimamente, como fuente de placer.»
El título general del diario obedece a la seducción constante que Ribeyro ha sentido por el fracaso, como que el fracaso le ha tendido el anzuelo y él, pese a diversos problemas, no ha picado. Su férrea voluntad ha hecho, finalmente, que sea uno de los más importantes narradores de América Latina. Además, es un homenaje al francés Gustave Flaubert, uno de sus maestros literarios y autor de la novela La tentación de San Antonio (1874). Ambos compartían un espíritu similar: eran individualistas y escépticos; se alejaban de los acontecimientos sociales quizá porque padecían de enfermedades —Flaubert era epiléptico y Ribeyro fue operado de cáncer en 1973 debido a su consumo industrial de tabaco— que los obligaban a preocuparse de sus problemas personales y no de lo que ocurría a su alrededor.
Releyendo su diario, Ribeyro consideraba —el 8 de enero de 1960— que este, «de aquí a algunos años, será probablemente la más importante» de sus obras. Esta afirmación, dada 32 años antes, será confirmada —creemos— cuando se completen los volúmenes posteriores.
Obra excepcional y fundadora en nuestro medio, caja de sorpresas, libro que es fuente de regocijo, tesoro de experiencias, guía de conducta, consuelo para los desdichados y arma para los impacientes. Eso es, como aspirara en la prosa apátrida 149, su diario: una obra maestra.

Tomado de: http://jcoaguila.blogspot.com

Julio Ramon Ribeyro


Ribeyro es uno de mis escritores preferidos, sus cuentos en donde el final es siempre e que menos esperas son de lo que mejor que ha dado el Perú.
Siempre un poco pesimista, solitario, despilfarrador y bohemio continuamente como lo dice su diario íntimo se sentía tentado al fracaso, la siguiente es una pequeña semblanza tomada del Internet.

Julio Ramón Ribeyro se dedicó a la escritura con el mismo placer y resignación con el que se sobrevive un vicio: sin remedio. Aunque en algún momento confesó ser un "hedonista frustrado", pues su vida siempre se sostuvo en los frágiles "umbrales de la salud", Ribeyro practicó la embriaguez moderada como método de conocimiento y la escritura como sucedáneo del tabaquismo. Su trayectoria de fumador atraviesa uno de los momentos sin duda más felices de la prosa latinoamericana: el cuento autobiográfico "Sólo para fumadores". Ahí, detrás del ácido carbónico y el humor negro que Ribeyro exhala contra sí mismo, apenas se oculta la historia de una vocación literaria asumida como una disciplina intransigente, renunciando a cualquier prestigio público e incluso a cualquier mérito. En más de una ocasión, este fumador incorregible declaró que, para él, el acto creativo había adquirido la misma naturaleza de los vicios: un hábito que luego se convierte en una enfermedad incurable, autodestructiva y fanática ("escribir es desoír el canto de sirena de la vida"), pero que se revela, al final, como la única medicina posible contra la grisura del mundo. Ribeyro no escribe por oficio, acaso ni siquiera por vocación; lo suyo es un impulso fatal, una necesidad inaplazable. Dejar de hacerlo, como dejar de fumar, le habría hecho la vida insoportablemente insípida.
Ribeyro nació en 1929, en una ciudad que aún aguardaba ser escrita. Enemigo de la crítica biográfica a lo Saint-Beuve, el autor de Los geniecillos dominicales escribió en la primera página de su autobiografía inconclusa: "Se puede ser una nulidad a pesar de una estirpe ilustre e inversamente un hombre excepcional nacido en un medio humilde e iletrado [...] Mi vida no es original ni mucho menos ejemplar y no pasa de ser una de las tantas vidas de un escritor de clase media nacido en un país latinoamericano en el siglo veinte." A cambio, Ribeyro propuso en sus Prosas apátridas una crítica que se organizara alrededor de los rostros: "Cada escritor tiene la cara de su obra." En efecto, la obra de Ribeyro, discreta e inapresable, no merecía otro rostro que el de su autor. En las pocas fotografías que se conocen de él, siempre está de paso, como queriendo escapar de la posteridad. Flaco, débil y tímido, sus ojos guardan, en cambio, una extraordinaria viveza, inteligente y puntillosa, y sus labios delgados descubren, además del infaltable cigarrillo, una sonrisa ambigua, a un tiempo irónica y afectuosa. Además, el cuerpo enfermizo de Ribeyro siempre parece estar nadando entre sus ropas, como si la compostura, el éxito y la salud fueran camisas demasiado pequeñas e incómodas para habitar en ellas. Un día, después de haber canjeado la carrera de Derecho por la de Letras, el joven fumador decidió renunciar también a su domicilio y a su cédula profesional para recorrer mundo en busca de la página y el cigarrillo perfectos. Vivió provisionalmente en Madrid, Amsterdam, Amberes, Londres, Munich y París, con nada más que "una maleta llena de libros, una máquina de escribir y un tocadiscos portátil". Ajeno a las aventuras literarias y mercantiles del boom, Ribeyro nunca vivió de lo que escribía. A lo sumo, compró un paquete de Gitanes con lo poco que recibió en una librería de viejo por los diez ejemplares de su primer libro de cuentos, Los gallinazos sin plumas, "que un buen amigo había tenido el coraje de editar en Lima". Empleado de la Agencia France-Press por casi diez años, trabajó antes de repartidor de periódicos y después como periodista de los programas en español de una radio francesa. El introvertido escritor peruano prefería situarse detrás de la noticia, a diferencia de sus contemporáneos, quienes procuraban a toda costa tener un papel público. Guardaba la certeza de que la escritura se fundaba en su irrelevancia social, en ser tan sólo "un punto de vista, una mirada".
En buena medida, la narrativa de Ribeyro participa de ese impulso por partir, esa imposibilidad de someterse a un pasaporte único y esa irresistible disposición a pasar inadvertido. Diversidad y concentración son los signos de esa premura. En momentos en los que las novelas caudalosas y la ostentación formal recorrían las concurridas rutas del gusto editorial, Ribeyro le apostó todo su capital literario a la brevedad del cuento y la administración escrupulosa del lenguaje; en su ligero maletín sólo había espacio para lo esencial. Convencido, como tantos escritores latinoamericanos de los cincuenta, de que las ciudades existen en la medida que son narradas (los habitantes hacen y viven una ciudad, pero sólo los escritores las dotan de una segunda realidad, una dimensión perdurable), Ribeyro aceptó el desafío de fundar la geografía literaria de la Lima moderna e indagar en sus posibilidades narrativas aún inexploradas. Sin embargo, para descifrar el mensaje caótico del territorio urbano, eligió un "lente distinto" al de sus contemporáneos. Al afán totalizador, la visión multifocal y heteróclita de los narradores del boom (eso a lo que Ribeyro llamaba el "aspecto nuevo rico" de la literatura latinoamericana), el autor peruano opuso la crónica mínima e intensa de los hechos comunes y nimios.
Como el niño del cuento "Por las azoteas", Ribeyro diseña un mundo imaginario hecho de trastos rotos e inútiles, objetos y seres que no encuentran acomodo en ningún lado, y a los que brinda una última mirada. Sus personajes forman una verdadera sociedad anónima, cuyo único capital es la aventura prometida y burlada, "el consolador mundo de la ilusión": la joven que recorre París en busca de posters turísticos para tapizar su casa y cumplir su tour imaginario alrededor de la alcoba; el educador peruano que cree vivir en París una tardía aventura amorosa que se revela como un engaño que lo conduce a la muerte; el desempleado que diseña elegantes tarjetas de presentación mientras es llevado a la cárcel por no pagar la cuenta... El antidramatismo de estas tramas radica en el doble juego de lejano acercamiento que hábilmente propone su prosa. Escéptico radical, pero nunca cínico, Ribeyro es alternativamente cruel y piadoso, corrosivo y benigno.
Autor en fuga, auténtico "pasajero en tránsito", Ribeyro se procuraba identidades y escrituras distintas. Por sus 87 cuentos (Cuentos completos, Alfaguara, 1994) transitan varios narradores, filiaciones literarias, temperaturas y temas. Cuentos rurales, fantásticos, épicos, alegóricos, urbanos, satíricos, de enigma, de infancia, "de literatos"; lo mismo acude a la crónica que a la autobiografía sesgada, a la crítica, la parábola y la fábula. No sólo eso: Ribeyro construye sus frases "palabra por palabra" buscando, con singular obstinación, trazar un camino hacia un estilo neutro, es decir, hacia la supresión de cualquier estilo.
Escribió tres novelas, algunas obras de teatro, ensayos literarios y libros de difícil clasificación, como Los dichos de Luder y Prosas apátridas. En el primero, se definió como un decidido "corredor de distancias cortas"; se trata de una colección de frases dichas por un ubicuo personaje llamado Luder, escritas sin otra conciencia que su propia celeridad. A un paso del aforismo y la anécdota inteligente, estas citas extraídas de ningún lado van dibujando la personalidad y la vida ocultas de un personaje que se ríe de sí mismo con singular desparpajo y en el que no sería raro reconocer al propio Ribeyro.
Las Prosas apátridas son, por su parte, el compendio de los muchos escritores que fue JRR, su auténtico documento de identidad. Síntesis de una personalidad huidiza, en perpetua mudanza, estas prosas carecen de "un territorio literario propio": "No son ¬escribe en la 'Nota de autor'¬ poemas en prosa, ni páginas de un diario íntimo, ni apuntes destinados a un posterior desarrollo." En las Prosas... Ribeyro dibuja sus pensamientos, rescata la pedacería de las horas perdidas, atrapa gestos cotidianos, relata anécdotas que son trozos de cuentos, describe sueños, visiones e intuiciones; consigna las pequeñas imbecilidades del mundo; escribe ensayos instantáneos, encapsulados. El libro es, así, el continente imaginario y provisional (las Prosas... conocieron varias ediciones corregidas y aumentadas) a donde fueron a dar fragmentos y apuntes perdidizos escritos con el curso de los años, y que no hallaban alojamiento en ningún libro o género definidos. Recojo aquí la prosa 161, por tratar un asunto insignificante, de esos que le gustaban a Ribeyro, y por confirmar su certeza de que "todo tiene importancia, nada tiene importancia, aquí, ahora": "Costumbre de tirar mis colillas por el balcón, en plena Place Falguière, cuando estoy apoyado en la baranda y no hay nadie en la vereda. Por eso me irrita ver a alguien parado allí cuando voy a cumplir este gesto. '¿Qué diablos hace ese tipo metido en mi cenicero?', me pregunto."
El destino que han seguido estas Prosas... es tan extraño y paradójico como el de toda la obra de Ribeyro. En Los dichos de Luder alguien pregunta: "¿No te preocupa escribir desde hace treinta años para haber alcanzado tan minúscula celebridad?" A lo que Luder responde: "Por supuesto. Me gustaría escribir treinta años más para ser completamente desconocido." En efecto, el autor de La tentación del fracaso. Diario personal 1960-1974 quiso ser un escritor afantasmado, el volátil inquilino de sus cuentos, dispuesto a desaparecer después de haberle pagado su cuota a la ficción. Sin embargo, a fuerza de disimular su talento, Ribeyro fue surgiendo, para su sorpresa, no sólo como un maestro indiscutible del relato corto, sino como uno de los autores más leídos en Perú. Y fuera de Perú. Cuenta Bryce Echenique que un mercenario de la guerra de Vietnam se fue desde Birmania hasta París nada menos que a pedirle al ocupado de Ribeyro que le escribiera sus memorias, "porque de lo contrario... Decía Julio Ramón que el pistolón era de este tamaño". No es raro, entonces, que un libro tan heterodoxo como las Prosas apátridas, cuya tesitura intelectual parecía ser coto exclusivo de literatos, se haya convertido en prontuario de bolsillo de taxistas y médicos.
Enemigo de los reflectores y micrófonos, Ribeyro solía enviar a sus "representantes" (su amigo Bryce, su propio hijo o quien estuviera a la mano) a la escena, diciendo en su descargo que estaba bajo la tiranía de un severo resfriado. En noviembre de 1994 fue condecorado con el Premio Juan Rulfo, a cuya ceremonia no pudo asistir a causa de su delicado estado de salud. Su desdén por el prestigio y las aureolas había llegado demasiado lejos. Ribeyro murió pocos días después, el 4 de diciembre de ese año.

Hunter "Patch" Adams


Patch Adams es un medico revolucionario quien buscaba mas que ser un simple medico, ser un amigo de sus pacientes y hacerlos reír que olviden su enfermedad al menos por un momento. Este genial medico no las tuvo todas consigo es mas si vemos la película que sobre el trata veremos todas las cosas que tuvo que pasar para llegar a ser lo que hoy en día es. Primero en el hospital mental donde descubre que lo que mas anhela es ayudar a los demás y luego cuando ingresa a la universidad y vemos como los profesores lo tratan como si no perteneciera a ese lugar y le hacen la vida imposible , pero el persevera pues tiene un objetivo trazado y nada lo hará desistir. También pasó pruebas muy duras y estuvo a punto de dejarlo todo pues su novia fue asesinada tratando de ayudar a las personas y cuando estuvo a punto de hacerlo Dios le hablo por medio de una mariposa y el entendió que debía continuar y así lo hizo y logro graduarse de la universidad y formar años después el instituto Gesundheit donde atiende a muchas personas con su peculiar estilo y muchos médicos se han sumado a su causa, un ejemplo es el grupo bola roja aquí en Perú. Así que la próxima vez que quieras tirar la toalla, recuerda la historia de Patch y ten en cuenta que nada es imposible. Y cada vez que veas una nariz roja ya sabes a quien recordar.


Aquí una pequeña reseña de Patch tomada de Wikipedia

Hunter "Patch" Adams (Washington, DC, 29 de diciembre de 1943), médico estadounidense. Fundó el instituto Gesundheit! en 1971. Su vida fue la base en la cual se inspiró la película Patch Adams (Dr. de la Risa) con el actor Robin Williams haciendo el papel de Hunter.
Adams actualmente vive en Arlington, Virginia, donde promueve medios alternativos de sanación para enfermos en colaboración con el instituto. Es el inventor de la risoterapia con fines médicos y terapéuticos, y el responsable de la inclusión de ésta en la medicina moderna.
Patch Adams es también un activista social, diplomático, payaso profesional, actor y autor. Cada año organiza un grupo de voluntarios, de alrededor de todo el mundo, para viajar a Rusia como payasos, para traer esperanza y diversión a los huérfanos, pacientes y la gente en general. En 1998 también visitó Bosnia-Herzegovina, uno de los países de los Balcanes envuelto en un conflicto bélico. También se manifestó a favor del socialismo tal y como lo vio Albert Einstein y lo apoyó en Venezuela en los primeros tiempos del primer gobierno de Hugo Chávez. Se ha mostrado muy crítico con la administración Bush, a cuyo presidente y vicepresidente ha calificado de "genocidas"1 . En 2005 visitó el Hospital Garrahan de Buenos Aires, Argentina, varios hogares infantiles del partido de San Martín (Buenos Aires) y el Pereira Rossell de Montevideo, Uruguay, en 2007 visitó Ecuador: Quito y Cuenca en donde visitó el Instituto del cáncer SOLCA. También visitó Perú con el Dr. Joe Perez y la Dra. Evelyn Gamarra.

C.S Lewis (Semblanza)


C. S. Lewis fue un hombre lleno de amigos, libros y alumnos. Nació en 1898 y en 1925 ya enseñaba filosofía y literatura en Oxford. Hasta su muerte en 1963 fue un profesor eminente, autor de célebres ensayos, cuentos y libros. Su vida está marcada por su conversión al cristianismo a la misma edad que San Agustín. Ese giro radical lo explica y justifica en un puñado de libros escritos con un estilo vivo y una lógica apabullante. Lewis domina el arte de argumentar. Su dialéctica apura la ironía y la sutileza, tal y como confiesa haber aprendido de uno de sus profesores: “Si alguna vez ha existido un hombre que fuera casi un ente puramente lógico, ese hombre fue Kira. Le asombraba que hubiera quien no deseara que le aclarasen algo o le corrigiesen al final, a menos que me sobreestime, me convertí en un "sparring" nada despreciable. Fue un gran día aquél en que el hombre que durante tanto tiempo había peleado para demostrar mi imprecisión, me acabó advirtiendo de los peligros de tener una sutileza excesiva. Acá pueden ver su verdadero testimonio para todo su fan como yo jeje “Lewis era ateo porque, desde la temprana muerte de su madre, sentía el universo como un espacio terriblemente frío y vacío, donde la historia humana era en gran parte una secuencia de crímenes, guerras, enfermedades y dolor.”Si me piden que crea que todo esto es obra de un espíritu omnipotente y misericordioso, me veré obligado a responder que todos los testimonios apuntan en dirección contraria” Pero esta argumentación no era, ni mucho menos, definitiva: “La solidez y facilidad de mis argumentos planteaban un problema: ¿Cómo es posible que

un universo tan malo haya sido atribuido constantemente por los seres humanos a la actividad de un sabio y poderoso creador? Tal vez los hombres sean necios, pero es difícil que su estupidez llegue hasta el extremo de inferir directamente lo blanco de lo negro”. En cualquier caso, Lewis se sentía más cómodo en su ateísmo:”Para un cobarde como yo, el universo del materialista tenía el enorme atractivo de que te ofrecía una responsabilidad limitada. Ningún desastre estrictamente infinito podía atraparte, pues la muerte terminaba con todo .El horror del universo cristiano era que no tenía una puerta con el cartel de Salida”. En 1917 se incorpora al frente francés de la primera guerra mundial. Un año más tarde cae enfermo y es enviado al hospital de Le Tréport, donde permanecerá tres semanas. “Fue allí donde leí por primera vez un ensayo de Chesterton. Nunca había oído hablar de él ni sabía qué pretendía. Tampoco puedo entender demasiado bien por qué me conquistó tan inmediatamente. Se podría esperar que mi pesimismo, mi ateísmo y mi horror hacia el sentimentalismo hubieran hecho que fuera el autor con el que menos congeniase. Al leer a Chesterton, como al leer a MacDonald, no sabía dónde me estaba metiendo”. Al acabar la guerra estudia en Oxford filosofía y literatura inglesa. Son años de intensa formación intelectual y de innumerables lecturas. Pero sus libros y autores preferidos no compartían su visión de la vida: “Todos los libros empezaban a

volverse en mi contra. George MacDonald había hecho por mí más que ningún escritor, pero era una pena que estuviese tan obsesionado por el cristianismo. Era bueno a pesar de eso. Chesterton tenía más sentido común que todos los escritores modernos juntos..., prescindiendo, por supuesto, de su cristianismo. Johnson era uno de los pocos autores en los que me daba la impresión de que se podía confiar totalmente, pero curiosamente tenía la misma chifladura. Por alguna extraña coincidencia a Spencer y Milton les pasaba lo mismo. Incluso entre los autores antiguos iba a encontrar la misma paradoja. Los más religiosos (Platón, Esquilo, Virgilio) eran claramente aquellos de los que podía alimentarme de verdad. Por otro lado, con los escritores que no tenían la enfermedad de la religión y con los que, teóricamente, mi afinidad tenía que haber sido total (Shaw, Wells, Mill, Gibbon, Voltaire), ésta afinidad me parecía un poco pequeña. No era que no me gustaran. Todos ellos eran entretenidos, pero nada más. Parecían poco profundos, demasiado simples. El dramatismo y la densidad de la vida no aparecían en sus obras.”Terminó sus estudios con las máximas calificaciones y pasó a formar parte del claustro de profesores del Magdalen College. Allí, nuevos amigos provocarán "la caída de los viejos prejuicios": “Al entrar por primera vez en el mundo me había advertido (implícitamente) que no confiase nunca en un papista, y al entrar por primera vez en la facultad (explícitamente), que no confiara nunca en un filólogo. Tolkien era ambas cosas”. En el Magdalen enseña filosofía, pero su agudo hegelianismo no le resulta muy útil a la hora de enfrentarse a una tutoría: “Un tutor debe aclarar las cosas, y yo no podía explicar el absoluto de Hegel. ¿Te refieres a nadie-sabe-qué, o te refieres a una mente sobrehumana y por tanto (también podemos admitirlo) a una persona?” Cuando vuelve a leer a Chesterton, el ateísmo de Lewis tiene los días contados. ”Después leí el “Everlasting Man” de Chesterton, y por primera vez vi toda la concepción cristiana de la historia expuesta de una forma que parecía tener sentido. No hacía mucho que había terminado el “Everlasting Man” cuando me ocurrió algo mucho peor. A principios de 1926, el más convencido de todos los ateos que conocía se sentó en mi habitación al otro lado de la chimenea y comentó que las pruebas de la historicidad de los Evangelios eran sorprendentemente buenas. "Es extraño", continuó, "esas majaderías de Frazer sobre el Dios que muere. Extraño. Casi parece como si realmente hubiera sucedido alguna vez". Para comprender el fuerte impacto que me supuso tendrías que conocer a aquel hombre (que nunca ha demostrado ningún interés por el cristianismo). Si él, el cínico de los cínicos, el más duro de los duros, no estaba a salvo, ¿a dónde podría volverme yo? ¿Es que no había escapatoria?” Lewis se siente acorralado y nos describe su situación con una imagen muy británica: “La zorra había sido expulsada del bosque hegeliano y corría por campo abierto "con todo el dolor del mundo", sucia y cansada, con los sabuesos pisándole los talones. Y casi todo el mundo pertenecía a la jauría: Platón, Dante, MacDonald, Herbert, Barfield, Tolkien, Dysona. Todo el mundo y todas las cosas se habían unido en mi contra”. Siente entonces que su Dios filosófico empieza a agitarse y a levantarse, se quita el sudario, se pone en pie y se convierte en una presencia viva. La filosofía deja de ser un juego lógico desde que ese Dios renuncia a la discusión y se limita a decir: "Yo soy el Señor". “Debes imaginarme solo, en aquella habitación del Magdalen, noche tras noche, sintiendo, cada vez que mi mente se apartaba del trabajo, el acercamiento continuo, inexorable, de Aquél con quien, tan encarecidamente, no deseaba encontrarme. Al final, Aquél a quien temía profundamente cayó sobre mí. Hacia la festividad de la Trinidad de 1929 cedí, admití que Dios era Dios y, de rodillas, ore. Quizá fuera aquella noche el converso más desalentado y remiso de toda Inglaterra”. Hasta entonces yo había supuesto que el centro de la realidad sería algo así como un lugar. En vez de eso, me encontré con que era una Persona”. Y el día que identifica a Jesucristo con esa Persona sabrá que ha dado su último paso, y lo recordará siempre: “Me llevaban a Whipsnade una mañana soleada. Cuando salimos no creía que Jesucristo fuera el Hijo de Dios, y cuando llegamos al zoológico, sí. Pero no me había pasado todo el trayecto sumido en mis pensamientos, ni en una gran inquietud. Mi estado se parecía más al de un hombre que, después de dormir mucho, se queda en la cama inmóvil, dándose cuenta de que ya está despierto”. El ateísmo de Lewis había sido fruto de su pesimismo sobre el mundo: “Algunos años antes de leer a Lucrecio ya sentía la fuerza de su argumento, que seguramente es el más fuerte de todos en favor del ateísmo: Si Dios hubiera creado el mundo, no sería un mundo tan débil e imperfecto como el que vemos”. Años después de su conversión, en 1940, Lewis escribe por encargo “The problem of pain” (El problema del dolor). Si Dios fuera bueno y todopoderoso, ¿no podría impedir el mal y hacer triunfar el bien y la felicidad entre los hombres? En esas páginas que se han hecho famosas, Lewis reconoce que es muy difícil imaginar un mundo en el que Dios corrigiera los continuos abusos cometidos por el libre albedrío de sus criaturas. Un mundo donde el bate de béisbol se convirtiera en papel al emplearlo como arma, o donde el aire se negara a obedecer cuando intentáramos emitir ondas sonoras portadoras de mentiras e insultos. “En un mundo así, sería imposible cometer malas acciones, pero eso supondría anular la libertad humana. Más aún, si lleváramos el principio hasta sus últimas consecuencias, resultarían imposibles los malos pensamientos, pues la masa cerebral utilizada para pensar se negaría a cumplir su función cuando intentáramos concebirlos. Y así, la materia cercana a un hombre malvado estaría expuesta a sufrir alteraciones imprevisibles. Por eso, si tratáramos de excluir del mundo el sufrimiento que acarrea el orden natural y la existencia de voluntades libres, descubriríamos que para lograrlo sería preciso suprimir la vida misma”. Pero esto no muestra el sentido del dolor, si es que lo tiene. Ni demuestra que Dios pueda seguir siendo bueno cuando lo permite. Para intentar explicar este misterio Lewis recurre a la que quizá sea la más genial de sus intuiciones. “El dolor, la injusticia y el error -nos dice- son tres tipos de males con una curiosa diferencia: la injusticia y el error pueden ser ignorados por el que vive dentro de ellos, mientras que el dolor, en cambio, no puede ser ignorado, es un mal desenmascarado, inequívoco: toda persona sabe que algo anda mal cuando ella sufre. Y es que Dios nos habla por medio de la conciencia, y nos grita por medio de nuestros dolores: los usa como megáfono para despertar a un mundo sordo.” Lewis explica que un hombre injusto al que la vida sonríe no siente la necesidad de corregir su conducta equivocada. En cambio, el sufrimiento destroza la ilusión de que todo marcha bien. “El dolor como megáfono de Dios es, sin la menor duda, un instrumento terrible. Puede conducir a una definitiva y contumaz rebelión. Pero también puede ser la única oportunidad del malvado para corregirse. El dolor quita el velo de la apariencia e implanta la bandera de la verdad dentro de la fortaleza del alma rebelde”. Lewis no dice que el dolor no sea doloroso. "Si conociera algún modo de escapar de él, me arrastraría por las cloacas para encontrarlo". Su propósito es poner de manifiesto lo razonable y verosímil de la vieja doctrina cristiana sobre la posibilidad de perfeccionarse por las tribulaciones. Estos son sólo algunos de los pensamientos de este gran escritor que se hizo conocido por “Las Crónicas de Narnia” y que a través de este y muchos otros libros mas ha ayudado a muchas personas a encontrar el camino que el una vez encontró… El camino de Jesús

domingo, 29 de junio de 2008

Reflexion

Ayer pensaba un poco acerca de los musulmanes y le contaba a un buen amigo al respecto y el me dijo que no generalice y creo que tiene razón. Saben el problema es que algunos musulmanes radicales quieren forzar a las personas a tomar su religión o a morir sino lo hacen y a decir verdad nadie tiene derecho a forzar a las personas a tomar su religión pues creo que la libertad de libre elección se debe de respetar. Pensaba en esto mientras conversaba con alguien quien se cerraba y no entendía mi punto de vista y pensé en que sino quiere entenderme allá el pues no le voy a poner una pistola en la cabeza para que lo haga. Es lamentable la intolerancia de algunas personas, pero a decir verdad quizás tengamos un poco de culpa en ese sentido pues los musulmanes quieren proteger a su pueblo de todas las barbaridades que nosotros les vendemos como se ve en las películas, sexo, violencia y todo ello, pero como dijimos eso no justifica que algunos de ellos le cierren la puertas al evangelio y maten a quienes los predican. Lo que podemos hacer orar por las personas que predican la palabra no solo de manera verbal sino con el ejemplo allá en los países perseguidores de cristianos y también orar para que las barreras puestas por satanas caigan de una vez y todos sepan acerca de Jesús el único y verdadero salvador del mundo.

La Policia debe ejercer mayor autoridad

En estos últimos días hemos visto con tristeza y un tanto de pena como se ha hecho evidente la ineficacia de nuestras autoridadades policiales para poder ejercer su labor de manera adecuada. Quiero referirme específicamente a dos acontecimientos que surgieron días atrás y que a continuación mencionare.
En primer lugar lo que ocurrió en Moquegua en donde los pobladores tomaron de rehenes a sesenta policías. Al principio pensamos que la culpa la tenían los policías que fueron al lugar de los hechos, pero luego nos enteramos que de manera inexplicable los habían enviado sin armas a controlar a la enardecida multitud, es decir los habían enviado como ovejas al matadero y los mas triste es que al final los verdaderos responsables de tamaña barbaridad no fueron sancionados y el policía encargado de la operación en Moquegua fue destituido, alguien tenia que pagar y pago el. Otro hecho lamentable fue lo que sucedió con las barras de la U y Alianza donde barristas cremas fueron emboscados por hinchas probablemente blanquiazules y el resultado fue un hincha muerto y varios heridos. Lo peor de todo es que los barristas estaban siendo custodiados por la policía que según se dice llevaron a los hinchas cremas por territorio de alianza y fue allí donde ocurrió el tiroteo sin que la policía haga algo al respecto. Y al final demostrando su ineficacia e ineptitud cancelaron el clásico aduciendo falta de garantías como si no fueran capaces de controlar a las treinta mil personas que irían al estadio. Esperamos que hechos como estos no vuelvan a ocurrir y que la policía empiece a ejercer su labor con mayor autoridad sino quieren que hallan mas sublevaciones de la población, pues el principio de autoridad esta por los suelos.

Limas es un caos


Aunque este no es un tema que toquemos muy a menudo en este blog, creemos que es necesario expresar nuestra opinión al respecto. Nos referimos a la creciente proliferación de obras vehiculares y de otra índole que se han abierto paso a lo largo de esta gran urbe Limeña, esto nos lleva a pensar que Lima en vez de estar siendo construida esta siendo destruida pues a decir verdad a veces pienso que hemos sido victimas de un bombardeo masivo que ha dejado a su paso calles y veredas totalmente irreconocibles. Lo más lamentable es que el tráfico esta realmente insoportable y la gente vive en un estrés realmente alto pues aparte de lidiar con el trabajo cotidiano, el pésimo transporte público y otros, se suma este nuevo problema. Las autoridades parece que se han puesto de acuerdo en hacer obras y aunque no queremos pensar maliciosamente, quizás este sea un buen negocio para ellos pues piensen un poco; empiezan a hacer una obra en determinado monto establecido de quizás 1000 soles, la obra cuesta en realidad 500, ellos agarran la mitad y encima lo hacen con materiales malos, se que es solo una especulación pero bien podría ser verdad. Cual seria la solución, la verdad es que no tengo ni la menor idea y lo único que se es que si esto sigue así la gente se va a levantar y Dios no lo quiera algo malo puede pasar, un ultimo punto a tratar es que muchas de las obras antes mencionadas se encuentran en total abandono y no parecen cuando terminar, es decir rompen las calles y las dejan así, que ironía. En fin esperamos que las autoridades piensen un poco mas en las personas y no en cumbres que se avecinan, y que es cierto merecen ver una Lima hermosa, pero eso no da derecho a pisotear a las demás personas y a hacer todo al caballazo.

viernes, 27 de junio de 2008

peticion por nuestros hermanos perseguidos

Hola les envio un articulo con un link para firmar una peticion al gobierno de Usa para que ayude a nuestros hermanos perseguidos en Turquia, aqui les dejo el link.
y el articulo en ingles.


http:/www.persecution.org/suffering/petitions.php


On April 18, 2007, three Turkish Christians were brutally tortured and murdered after the Turkish government and press had been running an anti-Christian propaganda campaign for many months.

On May 21, 2007, a US Congressman introduced a resolution to express sympathy for the families of the three martyrs. Incredibly,
32 other Congressional Representatives signed onto the resolution.

The believers in Turkey have said that the church in Turkey would be incredibly encouraged if the US government were to at least express sympathy for these martyrs.

However, the resolution in question has been stalled because certain members of Congress are more worried about Turkey's feelings than about denouncing evil.

Can you help us to get the US Congress to express support to the persecuted believers in Turkey and get this resolution passed?

To do so is simple. You can SIGN THE PETITION to Congress right now on our website by clicking here. In addition, you can print out ICC's petition (PDF linked with extra signature pages) and take it to your church and have everyone you know sign it and send it back to us so we can present it to those blocking it (ICC's address & fax are above).

At the same time, forward this email to all your email contacts and ask them to do the same.

Leaders in Congress care about getting re-elected, so when the people shout, they listen.

Can you help us shout?

Together we can make a difference and lift up our hurting brothers and sisters in Turkey.

Sincerely in Christ,

Jeff King
President, ICC

domingo, 1 de junio de 2008

Cronica de un Evandalismo Anunciado


Hace tiempo se había anunciado este segundo evandalismo y pese a algunos inconvenientes iniciales (2 horas tarde grrrr) la gente llego y salimos a hacer la labor, aunque a decir verdad pareciera que a algunos les falto un poco mas de emoción o involucracion (existe esta palabra?????). En fin salimos a tomar las calles como debe de ser y nos dividimos en dos grupos, al mió (José, Eberth, lili , Kittiy y Sos) le toco la Av. Arequipa y a decir verdad ninguna cabina, paradero,
kiosco o paneles de nuestra acera se salvo, solo se salvaron los carros que por sucios no se podían pegar los stickers (limpia tu carro pe), con decirles que hasta Hitler pago pato pe
, bueno rellenamos toda nuestra acerca de stickers y de allí llegamos a la Javier prado para encontrarnos con los demas y allí fui cuasi levantado en peso pues se vinieron en masa y me quitaron mis stickers pues a ellos se les habían agotado (snifff, snifff), luego fuimos por la Petit Thoars y este pechito se quedo con Eberth y José pegando alegremente por la avenida hasta que un serenazgo que no tenia nada mejor que hacer (creo que le tiene miedo a los verdaderos choros y se mete con los que sabe no le harán daño) nos agarro , pero le llegue a tomar una fotito cosa que creo le ofendió en fin , después de eso al pobre José no le quedaron ganas de pegar ni un chicle pues quedo medio traumatizado por el encuentro con el individuo de azul, seguimos avanzando y la gente empezó a emprender la retirada y en eso que caminábamos vi con admiración un sticker en una moto policial (quien habrá sido no?????) , que se arrepienta y así se nos agotaron los stickers y con los que quedamos nos metimos a un chifon recontra de rioba y a decir verdad bien federal pero en fin pes que se va a hacer ,esas cosas pasan . Y bueno se que aunque con algunos contratiempos y sobresaltos, la palabra fue sembrada y sabemos que Jah hará algo grande con esos stickers, es su palabra y nunca vuelve vacía.

Tiempo de Cambios


Y llego el día que quizás hace rato debió llegar y por temor u otros no nos aventurábamos a tomar esa decisión, bueno recuerden el día 28 de mayo del 2008 como el ultimo encuentro de la tribu Adhulam en el colegio Santa Filipina, fueron casi cuatro años que pasamos en ese lugar y muchos recuerdos vienen a nuestra cabeza pues en estos cuatro años creo que no nos falto hacer nada saquen su cuenta pues, conciertos ,aniversarios, polladas, evangelismos, seminarios, días D, Navidad de los niños y cuantas otras locuras que hicimos en ese lugar como aquella reunión con velas hace ya tiempo atrás. Como decía Eberth hace unos días gracias a todos los que trabajan o viven e el cole por su apoyo especialmente al tío Raimundo (de ultratumba) que dormía entre amplis y guitarras en el sótano del mundo y luego fue sustituido por Clebert (no Clebert no es mentira, es verdad) y bueno muchas otras personas mas que también nos ayudaron pes. Recuerdo las miles de carpetas que sacamos junto con aparadores y luego ya en los últimos meses cunas, camas, TV, mesas y muchas otras cosas, en estos años muchos descubrieron su vocación como
electricistas o descubrieron que podrían trabajar en un negocio de mudanza y todos ejercimos nuestra paciencia pues muchas veces la queríamos perder por diversos motivos. Bueno en fin tantas cosas más por decir. Ese ultimo encuentro fue bravazo y mientras los chicos recreaban sus memorias tantas otras venían a nosotros y con cierta nostalgia recogimos nuestras cosas y pensábamos en tantas cosas vividas allí y que Dios tenia todo bajo control, y es por ello que le damos gracias a Dios por el empujoncito pues uno siempre debe crecer y a veces hay que ser literalmente empujados hacia fuera para tomar una decisión pues no solo se puede vivir de recuerdos y hay que ver al futuro con esperanza y expectativa. Muchas grandiosas cosas vienen en un futuro pues somos del Señor y el nos guía hacia mejores lugares y debemos con su ayuda conquistarlos. Tal vez el futuro se vea borroso como la foto que puse al principio de este articulo, pero es allí en donde tenemos que aplicar nuestra fe, Dios esta de nuestro lado y que se agarren pues Adhulam se viene con todo en pos de seguir la gran comisión y llegar lejos con Jah de nuestro lado