viernes, 19 de abril de 2024

JR Ribeyro (El que dio voz a los sin voz y el mudo que se atrevió a hablar)

 




Al buen Julio lo conocí mediante un primo, con ese famoso libro de Jorge Coaguila donde hacia hablar al mudo y de yapa nos entregaba algunos cuentos nunca antes publicados, la mayoría inéditos hasta esa fecha.

Cuentos como La Insignia y La Encrucijada fueron los primeros que pude leer.

Me cautivo su forma de escribir y quise leer más, encontré una recopilación de cuentos en donde quedé encandilado con Los Gallinazos sin Plumas y Por las Azoteas por mencionar solo dos, la manera de escribir, su humor y sus finales inesperados lo eran todo.

Encontré Dichos de Luder y Prosas Apatridas que un amigo me presto y me pareció muy ingenioso su tratamiento de diversos temas sin conexión aparente el uno del otro.

Conseguí dos de las primeras ediciones de la Palabra del Mudo mientras paseaba por el Jirón Quilca en Lima y los leí con avidez. Todo lo que fuera de Ribeyro lo consumía, me había vuelto un fan,

Paso el tiempo y La Palabra del Mudo salió en una nueva edición en dos tomos adquirí el segundo de ellos y me volví a enamorar de cuentos como Alineación, Tristes Querellas en la Vieja Quinta y Solo para Fumadores, que manera de contar historias, que forma tan magistral de atraer al espectador, de darle un espacio para poder hablar a aquellos marginados por la sociedad y no solo en los estratos sociales más bajos, Ribeyro se paseaba entre la clase baja, la clase alta, las provincias de Perú y diversos lugares de Europa, sus historias se desarrollaban alrededor del mundo.

Los Relatos Santracucinos le dio a Julio la oportunidad de recordar su niñez, de contar su historia por medio de relatos que oscilaban entre lo hilarante y lo trágico, esos cuentos eran de tan alta calidad que no podías dejar de leerlos, mi favorito es el más trágico de ellos llamado Los Otros donde se nos recuerda a aquellos que se fueron, tal vez demasiado pronto. 

Pero Julio nos abrió la puerta y nos permitió entrar y ver su intimidad a través de su diario íntimo La Tentación del Fracaso en donde con una claridad de su vocación literaria absoluta, nos lleva a través de los primeros años de su vida en Lima donde trabajaba en el estudio de abogados de su tío y se debatía entre este trabajo y su vocación de escribir, en esa época también era constantemente tentado por la bohemia en la que muchas veces caía inexorablemente.

Cuando se va a Europa pasa muchas penurias y tiene que trabajar de cualquier cosa por sobrevivir, luego de a pocos va consiguiendo mejores trabajos primero en la prensa y luego como diplomático.

En Europa se ve nuevamente tentado por la bohemia y las dudas que lo asaltan pues no sentía que fuera un gran escritor, escribía por temporadas y sentía que el éxito le era esquivo y eso lo deprimía sobremanera, aunque siempre se levantaba y continuaba adelante.

El Diario termina en 1978 con Julio casado y con un hijo, trabajando como Diplomático y tratando y llevar a la par su vocación literaria. Dicen los entendidos que hay mas diarios inéditos, pero aun no se sabe si alguna vez se llegaran a publicar.

Finalmente, mi afición por Julio me llevo a conseguir sus tres novelas, su libro en donde se encuentran sus piezas de teatro y otro titulado la Caza Sutil del que quede prendido, sobre todo por la sección Proverbiales

No se mi opinión cuente, pero Julio es a mi gusto junto a Ricardo Palma de lo mejor que ha dado el Perú, y a la vez bastante versátil pues se paseó por varios géneros literarios con gran destreza, aunque los cuentos siempre fueron lo mejor que hacía.

Por último, mencionar su biografía escrita hace unos pocos años por Jorge Coaguila su biógrafo oficial en donde podemos conocer más acerca de su vida. Así mismo reconocer la labor del Club Ribeyro quienes con pasión admirable promueven desde su trinchera la obra del flaco querido como ellos le dicen.

 

jueves, 18 de abril de 2024

El Bibliotecario Mendigo

 


¡Bendita seas, patria de valientes, y que el porvenir te reserve horas más felices que las que forman tu presente!

Quien no ha leído alguna Tradición Peruana, esas historias que nos contaban nuestros abuelos y que llegaron a ser parte esencial de nuestra niñez. Las cuales muchos de nosotros hemos leído con avidez. 

Escritas por Don Ricardo Palma, conocido como el bibliotecario mendigo o el abuelito simpático que todos hubiésemos querido tener. El Perú le esta eternamente agradecido. 

Don Ricardo estudio en la universidad, pero interrumpió sus estudios para enrolarse en la Marina y conocer el mundo (y luchar por su patria). Mientras se encontraba en el mar su barco choco con un arrecife en el cual murieron 12 personas y él se salvó casi, casi raspando, eludió con una gambeta a la muerte.

Los años pasaron y en medio de una deportación, la muerte de familiares y amigos, la Guerra del Pacífico, el incendio de su casa y manuscritos, y otros avatares más, la vida siguió.

En algún punto el abuelito se enclaustro en la Biblioteca Nacional y entre papeles, paso 56 años recopilando lo que serian las Tradiciones. Toda una vida dedicada a darle a Lima unos relatos que marcaron su identidad como ciudad. Sin las tradiciones una parte de nosotros estaría incompleta, la historia de Lima seria distinta. El valor de estos relatos es incalculable.

Han pasado los años y nunca nadie ha podido superar en calidad a los relatos del escritor, quien no solo se dedicó a recopilar y transcribir lo que encontró, sino que le añadió su estilo propio y su espíritu festivo, ligero y socarrón.

Quiero pensar en Don Ricardo caminando en 1919 por las calles miraflorinas, gorro y bastón en mano, de la mano de sus nietos, sentándose en una banca del parque, leyéndoles alguna tradición y pensando “gracias Dios por salvarme de las aguas y dejarme cumplir mi misión”

Gracias, Don Ricardo.

(Ribeyro da sus razones para leer a Don Ricardo. En el enlace)

https://copypasteilustrado.wordpress.com/2012/04/17/julio-ramon-ribeyro-cuento-texto-ricardo-palma-literatura-tradiciones-revista-peruana/


 

miércoles, 17 de abril de 2024

Un Agradecimiento a Carlitos L… Un grande que se fue muy pronto

 


Siempre presente en nuestras conversaciones, una deuda grande había contigo, ayudaste desde tiempos inmemoriales y gracias a ti algunos de nosotros lograron poder salir adelante.

En los 80 se te ocurrió soltar a tu alter ego y criticar al gobierno a través de tu diario, todo bien, pero parece que se te paso la mano al criticar a la esposa del mandatario y ese fue un gran error.

Gracias a periodistas arrastrados, se manchó tu nombre a raíz de una investigación creada para callarte y para repartirse los pedazos entre jueces impresentables que nunca encontraron evidencias fehacientes.

Se te quiso soltar luego de un corto tiempo, pero Alan García creyéndose paladín de la justicia no lo permitió y tuviste que pasar en la sombra varios años más.

Por fin saliste y mantuviste tu perfil bajo, te dedicaste a tu empresa que la supiste administrar bien, todos te pedían consejos y tu disfrutabas de tu vida.

A mí en lo personal me acogiste en tu empresa y pude aprender un oficio que me acompañaría hasta hoy, aprendí a recorrer las calles, a estar de un lado para otro, Lima se me empezó a hacer muy familiar. Siempre te agradeceré por ello.

Eras una enciclopedia de conocimiento, podíamos conversar sobre cualquier tema, sobre todo sobre historia del Perú, tus historias cautivaban, creo que debiste de haber escrito algunas memorias, tus historias quedan en mi memoria.

En tus últimos años anduvimos algo distanciados pues vivías lejos y las reuniones eran esporádicas. Recuerdo cuando ya estabas enfermo fuimos a visitarte, pero creo que fue la última vez.

Los recuerdos nadie se los lleva y ellos quedan tatuados en el corazón, y siempre te tendré presente y estaré agradecido, por tanto.

 

La providencia de Lincoln

 

John Piper 

¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos! (Romanos 11:33)

Abraham Lincoln, quien naciera en este día en 1809, en lo que respecta a religión permaneció escéptico, y hasta a veces cínico, como hasta los cuarenta años. Es por eso que llama la atención cómo el sufrimiento personal y nacional llevó a Lincoln hacia la realidad de Dios en lugar de alejarlo.

En 1862, cuando Lincoln tenía 53 años, su hijo de 11 años, Willie, murió. La esposa de Lincoln «trató de lidiar con la pena acudiendo a médiums de la Nueva Era». Lincoln recurrió a Phineas Gurley, pastor de la iglesia New York Avenue Presbyterian Church en Washington.

Varias largas conversaciones llevaron a lo que Gurley describía como «una conversión para Cristo». Lincoln contó que «fui movido muchas veces a ponerme de rodillas debido a un sentimiento de convicción tan incontenible que no tenía adonde más ir».

De manera similar, los horrores de las muertes y soldados heridos lo torturaban a diario. Había cincuenta hospitales para los heridos en Washington. La rotonda del Capitolio acomodó 2000 catres para soldados heridos.

Normalmente, morían cincuenta soldados al día en estos hospitales transitorios. Todo esto llevó a Lincoln de una manera más profunda a la providencia de Dios. «No podemos hacer otra cosa más que creer que Aquel que creó el mundo lo sigue gobernando».

La declaración más famosa que hiciera sobre la providencia de Dios en relación a la Guerra Civil fue su Segundo Discurso de Toma de Posesión, pronunciado un mes antes de que fuera asesinado. Es notable por no presentar a Dios como simpatizante ni de la causa de la Unión ni de la causa de la Confederación. Dios tiene sus propios propósitos y no justifica el pecado de ninguna de las partes.

Con gran afecto esperamos —con fervor oramos— que este tremendo azote de la guerra pueda pasar rápidamente…

Pero si es de Dios que esto continúe hasta que todas las riquezas acumuladas por doscientos años de trabajo duro de esclavos, sin contrapartida, se hayan acabado, y hasta que cada gota de sangre extraída con el látigo haya sido pagada con otra extraída con la espada, como fuera dicho hace tres mil años atrás, deberá decirse aún: «los juicios del Señor son verdaderos, todos ellos justos».

Oro para que todos aquellos que sufren pérdidas, daños y gran dolor, que el sufrimiento los despierte, así como lo hizo en Lincoln, para producir no un nihilismo vacío sino una profunda confianza en la sabiduría infinita y el amor de la providencia inescrutable de Dios.

https://www.bible.com/reading-plans/2706-gozo-duradero